domingo, 30 de mayo de 2010

Caminito...






Llegué a "Caminito" y marqué con una cruz la página de mi guía turística de Buenos Aires, titulada: "lugares que no debe perderse", ¿o era "lo más increible de Buenos Aires"?, ¿o "lugares inolvidables"...?
Caminito es un lugar colorido, para regocijo de los turistas. Lucen por las calles las parejas de tangueros sin alma que bailan al por mayor por una foto y una moneda para ganarse la vida. Los menús son en serie, las artesanías de baja calidad, el escenario es perfecto para el buen turista, buscador insaciable de falsos detalles pintorescos.
El barrio de la Boca, donde se encuentra "Caminito", se llama así porque allí está la boca del río. Primero fue barrio del "pulperías" (abarrotes) y otras tienditas para gente pobre. A principios de siglo llegaron muchos inmigrantes, sobre todo genoveses, construyeron sus casas de madera y las recubrieron de chapa para protegerlas de las inundaciones. Pedían la pintura sobrante del mantenimiento de los buques de carga y así fue cómo el barrio se fue llenando de color...

sábado, 29 de mayo de 2010

Como en casa...




Varias veces, paseando por las calles de Buenos Aires, tuve la ilusión de haber logrado, ¡al fin!, el secreto del "teletransporte". Iba caminando por Rivadavia y de repente sentía que caminaba por Fuencarral, daba dos pasos por Corrientes y pensaba en la Gran Vía; afortunadamente, el acento porteño, el olor a pizza y las librerías de viejo me ayudaban a regresar a las coordenadas espacio-temporales correctas... Si las ciudades fuesen un escenario vacío, sería fácil sufrir estos desdoblamientos espaciales, pero las ciudades tienen el carácter de su gente, están hechas de migraciones: del campo a la ciudad, de un país a otro... Su ritmo es de huida y de regreso, su alma es dinámica, cambiante. Las ciudades no caben en un esquema, no son ecuación, sino suceso inesperado, hecho absurdo, devenir inverosímil...


viernes, 28 de mayo de 2010

La luz de Colonia









Real de San Carlos, Colonia.





Caminando varios kilómetros por la orilla del Río de la Plata se llega al Real de San Carlos. Resulta sorprendente encontrarse con una plaza de toros y un frontón de pelota vasca en ruinas en mitad del campo. A principios del siglo XX, un tal Nicolás Mihainovich, empresario argentino de navieros de origen austro-húngaro, quiso construir una zona de ocio con plaza de toros, frontón, hotel-casino y central-eléctrica. El frontón y la plaza son la encarnación en piedra del tópico de "la rueda de la fortuna", y es que el paso del tiempo y sus vaivenes no perdonan...

ALEGATO

Si este proyecto, mezcla de vanidad y riqueza, acabó en la ruina, aún me queda la esperanza de que el día menos pensado se derrumbe el museo del mariachi de la plaza de Garibaldi de la ciudad de México, el 80% de los edificios costeros del Levante español, la fuente de la plaza del ayuntamiento de mi pueblo, los chalets de los ex-alcaldes de Marbella y otros muchos atentados contra el "buen gusto" esparcidos aquí y allá a lo largo de la geografía mundial. Amén.



miércoles, 26 de mayo de 2010

Colonia, escenario antiguo





Colonia do Sacramento





Colonia do Sacramento es la ciudad más antigua de Uruguay, su historia es la de cualquier encrucijada: una lucha de conquista, reconquista, invasión y rescate. Enclavada en una orilla del río, frente al virreinato español del Río de la Plata, de espaldas al virreinato portugués del Brasil y expuesta a las incursiones de piratas a través del río, fue colonia portuguesa hasta 1777, año en el que fue ocupada definitivamente por el reino de España hasta que pasó a formar parte definitivamente de Uruguay en 1828, tras varias adscripciones territoriales (¡viva la Wiki!).
Colonia es una ciudad amurallada que conserva algunas construcciones de la época en la que fue colonia portuguesa. En la época actual es una colonia turística, lugar de reposo para bonarenses y uruguayos y paraíso fiscal para algunos argentinos.

Otoño en Colonia




Lo más emocionante del viaje fue comprobar cómo en cuestión de horas una puede cambiar de estación (y no de metro) tan tranquilamente...

sábado, 15 de mayo de 2010

El Río de la Plata

Buenos Aires en una orilla

El Río de la Plata

El viaje
Colonia en la otra orilla

Cansada de caminar por los ríos asfaltados del Distrito Federal e impaciente porque aún no llega la época de lluvias con su cíclica formación de nuevos cauces, como el río Ahuanusco, formación pluvial que emerge anualmente en la colonia de Santo Domingo, con sus afluentes: Cicalco, Aile, Tejamanil, Canahuitli, Ahuejote y Anacahuita, decidí emprender un largo viaje en burro serrano guerrerense hacia el Río de la Plata.
De una orilla a otra del Río de la Plata, el viaje tiene una duración aproximada de 52 horas a nado, 51 si el estilo empleado es mariposa y 53 si el estilo elegido es la braza. Cuando iba a arrojarme de cabeza para realizar mi hazaña, recibí numerosas llamadas de celular de varios locos, románticos y poéticos que me tachaban de hereje por haber llegado hasta tan lejano lugar y no querer seguir los pasos de la película: "El lado oscuro del corazón" y viajar hasta Uruguay en una dulce travesía a través de tan caudaloso río. Aterrada por las acusaciones de herejía y por las amenazas de expulsión del Parnaso, compré mi pasaje y me embarqué rumbo a Colonia do Sacramento.