sábado, 29 de mayo de 2010

Como en casa...




Varias veces, paseando por las calles de Buenos Aires, tuve la ilusión de haber logrado, ¡al fin!, el secreto del "teletransporte". Iba caminando por Rivadavia y de repente sentía que caminaba por Fuencarral, daba dos pasos por Corrientes y pensaba en la Gran Vía; afortunadamente, el acento porteño, el olor a pizza y las librerías de viejo me ayudaban a regresar a las coordenadas espacio-temporales correctas... Si las ciudades fuesen un escenario vacío, sería fácil sufrir estos desdoblamientos espaciales, pero las ciudades tienen el carácter de su gente, están hechas de migraciones: del campo a la ciudad, de un país a otro... Su ritmo es de huida y de regreso, su alma es dinámica, cambiante. Las ciudades no caben en un esquema, no son ecuación, sino suceso inesperado, hecho absurdo, devenir inverosímil...


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