sábado, 10 de julio de 2010

Nos vemos al rato...

Pues hasta aquí llegaron mis andanzas en el magnífico país mexicano... Pero todos los chilangos sabemos que el cartel "Clausurado por violar la ley", nunca significa cierre definitivo, sino "negociación"; en último caso, siempre se puede reabrir el establecimiento como lugar clandestino...

Próximamente:  http://miesesyrastrojos.blogspot.com/

viernes, 9 de julio de 2010

La rebelión de Valentina...



Siempre que uno se va de viaje y quiere mucho a una persona, le dice: "te voy a llevar en la maleta". Por primera vez en la historia este deseo se iba a convertir en realidad, Valentina se acomodó en la maleta al estilo entierro prehispánico, le puse sus calaveritas para que el viaje se le hiciera ameno, pero llegando al aeropuerto, me di cuenta de que la muy canalla había colocado libros y más libros en mi maleta para que tuviera sobrepeso y no me quedara más remedio que dejarla en México. Así que Valentina ganó esta vez la partida, y además conquistó las miradas de todos los tanseúntes la muy coqueta, nunca había estado tan ufana desde la época de don Porfirio, cuando acudía casi diario a alguna casa de la colonia Juárez a bailar sus valses al vaivén de la pianola.

miércoles, 7 de julio de 2010

Jorge Negrete - Mexico lindo y querido

Ahí les va otra de nostalgias mexicanas, esta vez interpretada por otro galán de oro, Jorge Negrete.


Pedro Infante - Las Golondrinas

Cuando alguien se marcha de México, a otro lugar o a otra vida, es tradicional cantarle "Las golondrinas". Aquí les dejo esta versión de Pedro Infante.


Chao Santo Domingo

Nuestros tacos de cecina los miércoles en el tianguis de Ahuanusco

Don Claudio

Santo Domingo, barrio de concreto, y al fondo Santa Fé, barrio de negocios.

Don Claudio es el abarrotero de la esquina de Canahuitli con Ahuanusco; él, como la mayoría de los que viven en mi barrio, llegó a Santo Domingo allá por los años setenta, cuando aún era un pedregal, formado por la lava volcánica solidificada del volcán Xitle. La casa de don Claudio fue la primera del barrio construida con mampostería, el resto era de madera, de láminas, de lo que se podía... Don Claudio me cuenta cómo la gente que ocupó el pedregal fue igualando el terreno con explosivos, cómo se fueron trazando las calles, algunas quedaron como cerradas, porque los que se habían apoderado de ese lote no quisieron ceder su parte y la calle se dividió en dos o se quedó como un callejón sin salida.
Desde la lejanía, Santo Domingo es un barrio de casas grises, un barrio feo. Cuando te aventuras por sus calles descubres que es un barrio lleno de vida, pleno de comercio de todo tipo, desde el "comercio estacional": los belenes de Navidad, los trajes para el niño Dios para la Candelaria, los corazones para San Valentín, las banderitas mexicanas para el día de la Independencia y las calaveritas, veladoras y flores de Cempasúchil para muertos; hasta el comercio fijo: tacos, tamales y otras delicias culinarias, flores, artículos de segunda mano, juguetes... Pero Santo Domingo suele conocerse por el comercio ilegal, por los malandros y malandrines que chambean en el dédalo de sus calles. No todos los taxistas entran con gusto a Santo Domingo, hay gente que nunca pisará sus calles, por miedo y por desinterés, pero Santo Domingo, el barrio gris del sur de México, el barrio donde te asaltan y puedes conseguir todo tipo de mercancía ilegal, es también el barrio de la lavandera, del abarrotero, del taquero, de gente que, como se dice tradicionalmente, "se gana honradamente la vida".
Don Claudio ha visto nacer y cambiar el barrio, él siempre conserva su sonrisa y su mirada brillante de niño travieso, a la colonia de la Mancha nos acogió y nos bautizó "las manchadas". El barrio hostil me acogió, me asustó, me cuidó, a veces con alegría, a veces con reticencia, pero al final encontré en él un hogar, así que pese a quien pese: "Yo ya soy de Santo Domingo".

Chao "Tri"


De anuncios y carteles


lunes, 5 de julio de 2010

Imaginación mexicana


Detalle de los dulces con los que decoraron la portada de la iglesia




Portada de la iglesia de San Pedro Tláhuac




Platillo de enchiladas con mole

El mole es un platillo mexicano con una gran cantidad de ingredientes: cacao, ajonjolí, clavo, canela, almendra, cacahuate, nuez, pimienta, jitomate, cebolla, ajo y varias clases de chile: ancho, pasilla y mulato. Estos ingredientes pueden variar según el sazón de quien prepare la salsa. El mole es un platillo barroco, imaginativo y recargado. Este aire barroco no sólo se encuentra en su arquitectura y en su comida, sino en el modo de ser de muchos mexicanos. Esto que puede parecer, y lo es, una generalidad, tiene un sustento en la realidad, basta ver los adornos que decoran los miles de altares dedicados a la Virgen de Guadalupe que protegen tantas y tantas calles.
En las fiestas de los barrios, que corresponden con la advocación de algún santo, los mexicanos decoran la iglesia de su barrio con alfombras y retablos de flores e incluso de dulces, como sucedió este año en la iglesia de San Pedro de Tláhuac, un prodigio de la imaginación mexicana...

Chao UNAM



Así luce "Filos" los últimos días antes de vacaciones, nada que ver con los amontonamientos en los pasillos tras la salida de clases ni con el escándalo del patio de la biblioteca Samuel Ramos...

viernes, 2 de julio de 2010

En Tláhuac ya no hay naguales...












Las chinampas

Mariel y Dana en la trajinera

Una noche de muertos en Tepoztlán, un pueblito del estado de Morelos, el mayordomo de una iglesita de barrio empezó a contar historias extraordinarias de naguales, de hombres que se convertían en animales e iban en busca de sangre para alimentarse. Al final de sus relatos nos dijo: “pero no se preocupen, eso pasaba cuando no había luz eléctrica y ahora todo el pueblo la tiene”. La luz eléctrica es signo y símbolo de la modernidad, la luz eléctrica no sólo ahuyenta a los naguales, sino que apaga los relatos orales sobre ellos.

Tláhuac es un pueblito al sur de la ciudad de México donde aún se conserva el sistema prehispánico de cultivo de chinampas. Como la ciudad de México antes de ser un lago de asfalto fue una ciudad sobre un lago, sus habitantes idearon este sistema de cultivo: sobre unos troncos superponían capas de hierba y de tierra, en estas fértiles islas flotantes sembraban sus productos. Mariel es de Tláhuac, cuando su abuela era joven navegaba hasta “La Viga”, casi en el centro de la ciudad, para vender sus productos; su abuelo nadaba en los canales de agua transparente y los tlahuaquenses cocinaban platillos con las huevas de las moscas de agua. Ahora el lago de Tláhuac es un rincón precioso en medio de una ciudad omnívora y canibal que devora todo lo que se encuentra a su paso. Las aguas de los canales del lago de Tláhuac ya no son cristalinas, ya no hay moscas de agua ni se ven ajolotes y ya no se puede nadar, lo que fue canal de agua hacia el centro de la ciudad ahora es río de concreto, pero Tláhuac sigue siendo un pueblo tranquilo de tradiciones arraigadas. Desde hace un par de años el gobierno del Distrito Federal ideó un plan de ampliación del metro, como el norte ya no se puede expandir, el sur se convirtió en punto de mira para los caníbales que regentan el poder. La línea doce de metro llegará a Tláhuac, a pesar de que la tierra es frágil porque se engendró de un lago, a pesar de que durante su construcción se derrumben barrios, cuanto más difícil es el proyecto, mayor placer le produce al hombre su lucha contra la naturaleza. La boca del metro no sólo es una bonita puerta de entrada y salida de pasajeros, sino una puerta al progreso, y quién duda lo que significa “el progreso”, el progreso es el parque comercial en vez de los abarrotes, el parque industrial en vez del taller del artesano, el progreso es los vertidos de las industrias y los nuevos vertederos para guardar los deshechos de la gente que llega de la provincia hacia la ciudad para hipotecar su vida por un salario de miseria.

La luz eléctrica fue un adelanto maravilloso de la ciencia, pero la luz eléctrica no sólo iluminó las calles y permitió grandes avances tecnológicos para mejorar el bienestar del hombre, sino que encendió con más fuerza los motores del “progreso” con todas sus nefastas consecuencias. Ahora que los habitantes de Tláhuac observan impotentes cómo el DF empieza a devorar su pueblo sin piedad, los naguales han decidido hacer sus maletas, guardar un puñado de su tierra de origen en una bolsita y mudarse más al sur, hasta que dentro de veinte años el DF vuelva a tocar su puerta...